5 de enero de 2013

Má.

Cocinabamos juntas cada vez que se lo pedía. Aunque sabía que prefería preparar las cosas ella sola, me encantaba saber que ponía primero mis ganas de aprender. Era la oreja perfecta, el abrazo en el momento justo, lo que no quería pero tenía que escuchar. Hacía de mensajera, de amiga, de jueza y de vaya a saber qué oficio necesario para esa situación. La daba por sentado más de la cuenta, y me quejaba de ella más de lo debido. De chiquita esperaba todas las noches a que viniera y me cantara esa misma canción en inglés que no entendía y que a la vez le encontraba todo el significado. Siempre supe que la tendría conmigo para toda la vida, porque las mamás viven hasta los 116 años no?
De alguna manera sigue estando conmigo. No de esa manera en la que uno puede ver al otro todos los días. Pero está, se hace presente. Es algo más rebuscado halar con ella, porque muchas veces me falta la respuesta o no la escucho en ese mismo instante. Mis oídos ya no pueden escuchar esa canción de mi niñez, ahora la escucha mi corazón. Ella no está acá conmigo y me sigue enseñando como si lo estuviera. Gracias a ella, se que muchas personas están presentes aún cuando no las ves, y muchas personas a las que ves todos los días no hacen valer su presencia. Y aunque me acostumbre a su nueva forma de estar conmigo, nunca voy a dejar de extrañar esa otra que la hacía más visible.

"You'll be in my heart, always".
Te amo mamá, ahora y siempre.



1 comentario:

  1. es muy bueno darse cuenta que siempre esa persona estará con nosotros, mucho más que 116 años.
    Hermoso texto.
    besos totales.

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